Agrigento, Villa Casale y Caltagirone
La siguiente ruta turística nos llevó al centro de la isla, concretamente en el sur se haya Agrigento, otra colonia griega de Sicilia, como lo fueron Himera, Gela Selinunte, Segesta, Siracusa, Mesina… varios siglos antes de Cristo, Una carretera que costea el sur de Sicilia nos llevó de Selinunte a Agrigento. El objetivo de la visita era ver el valle de los templos, curioso nombre cuando los templos están en una alta colina. El parque arqueológico de esta ciudad es uno de los mejores, contiene media docena de templos y uno bastante bien conservado, al ser utilizado durante algún tiempo como iglesia cristiana, como el Panteón de Roma. El recorrido es algo largo, por lo que aparcamos en la salida, y tomamos un taxi hasta la entrada, evitando así dobles caminatas. Desde los templos se divisaba la ciudad por un lado y el mar por el otro. Había restos de muralla defensiva en el lado del mar. Tras la visita a los templos, tomamos la dirección de la población “Piazza Armerina”, que es donde se encuentra Villa Casale. Por el camino tuve que preguntar en una gasolinera, tras repostar en la misma, porque unas obras y la escasez de señales provisionales hacían inservible el mapa de carreteras. Allí me encontré con el único personaje de todo el viaje, que me pareció un auténtico miembro de la mafia. Cuando le pregunté al que servía la gasolina, con cara de miedo me señaló en dirección a un hombre delgado, moreno, vestido de camisa negra y pantalón negro, que con expresión seria fumaba entre los surtidores. Fui a preguntarle a él, y tras unos segundos de silenciosa observación de mí, de mi lengua española, del coche alquilado de media gama y de mi familia que estaba dentro, me indicó con mucha educación la dirección que debía tomar para llegar a Piazza Armerina. Una vez en la dirección correcta paramos a comer en un restaurante de carretera. Lo encontramos vacío de clientes, no es buena señal. También era un día laborable de Julio, bastante caluroso, en un sitio poco turístico. Pedimos la comida, nos la sirvieron, pagamos y seguimos camino. En mejores sitios he comido muchas veces. La villa Casale es una suntuosa villa romana de finales del siglo tercero, localizada en el centro de la isla, donde se encuentra una serie de mosaicos perfectamente conservados, gracias a que estuvieron tapados por barro durante muchos siglos. Algunos están actualmente protegidos por estructuras metálicas que proporcionan sombra y protección a turistas y mosaicos. Pasillos con escenas de cacerías de todo tipo de animales, de pesca de todo tipo de peces, o escenas de trabajos en el campo. En las termas mujeres en biquini jugando a la pelota. Mosaicos con un alto nivel de detalle y colorido. A mi parecer mejores que los que pude ver en el museo del Bardo en Túnez. De villa Casale nos dirigimos algo más al este de la isla para visitar Caltagirone. Esta localidad pertenece a la provincia oriental de Catania, y es famosa desde el tiempo de los musulmanes por su cerámica. Aparcamos cerca del centro, tomamos un refresco, y paseamos por las plazas y calles principales, donde se pueden ver edificios notables, Muchas casas, templetes y hasta el puente sobre el río están adornados con piezas de cerámica de variado colorido. Una de las cosas que había que visitar es la escalinata que sube a la iglesia de Santa María del Monte, de ciento sesenta y nueve escalones, cuya contrahuella estaba adornada con motivos cerámicos diferentes tanto en color como en motivo representado. Para volver a la cena del hotel Admeto había que recorrer casi todo el ancho de la isla. El largo trayecto, el fin de semana, y el consecuente aumento del tráfico propiciaron que llegáramos tarde a la cena. Pudimos cenar, aunque la deliciosa anguria se había acabado.
Cefalú
La siguiente excursión fue a Cefalú, pequeña localidad del norte y centro de la isla. Para llegar a ella había que atravesar por la autopista el peligroso cruce de Palermo. En esta ocasión vimos un señor mayor en el suelo que murió atropellado, supongo que esperando al juez para su levantamiento. A su lado una bolsa de la que salían piezas de pan. Pensé que algo tan rutinario como comprar pan, podía resultar tan peligroso en aquel cruce. Nos dejó un mal sabor de boca durante bastante tiempo. Cefalú está situado bajo una enorme y redondeada roca de la que deriva su nombre, pues parece una cabeza. En una amplia plaza, y subiendo por una escalinata, hay una Iglesia de buen tamaño, a la que llaman el duomo, con dos torres que flanquean la puerta y tres naves. En el ábside tras el altar mayor tiene un enorme y bello mosaico de Cristo Salvador. Paseando por el centro histórico vimos el aprovechamiento de un río como lavadero público de ropa, según los carteles de época medieval. Tras visitar el puerto antiguo decidimos comer en la playa y darnos un baño en el mar Tirreno, que es el que corresponde al norte de Sicilia. En Cefalú la playa no es pública, sino para los clientes del restaurante. El restaurante tiene al lado los vestuarios y duchas, y delante las hamacas y sombrillas en la arena. Entramos en uno y reservamos mesa para después del baño. Nos cambiamos, fuimos a las hamacas, y después al agua fresquita. Después de un rato comimos, nos quitamos la sal y la arena, nos vestimos de calle, y de vuelta a Selinunte. Pasamos sin dificultades ni tropiezos el cruce de la autopista con Palermo, y a descansar de la muy poco cansada jornada.