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El Cid Campeador

Este guerrero nacido en el reino de Castilla, fue muy famoso en la segunda mitad del siglo XI. Posteriormente, a lo largo de los siglos se contaron y cantaron sus hazañas reales o inventadas para mayor gloria del reino de Castilla y luego de España. Muchos ensalzaron sus atributos caballerescos. Corneille y Marquina escribieron obras de teatro, Manuel Machado y Rubén Darío hicieron poemas, Unamuno, Menéndez y Pelayo escribieron ensayos, Massenet escribió una ópera, Goya pintó un agua fuerte. Incluso Hollywood hizo una película, cuyo guión estuvo asesorado por Don Ramón Menéndez Pidal, realizado por Anthony Mann y protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren, en la que nada de lo que se cuenta en ella es cierto. Bueno sí, El Cid conquistó Valencia rindiéndola por hambre. Ni mató al padre de Jimena, ni hubo jura en Santa Gadea, ni venció ninguna batalla después de muerto. Esas historias las inventaron los juglares del siglo XII, y los frailes de San Pedro de Cardeña, que pudieron inventar la victoria en la batalla después de muerto para darles tintes épicos, y que se visitara su tumba en el monasterio, aumentando los donativos. Estas fantasías históricas pasaron al texto del “Cantar del Mio Cid”, y Alfonso X el Sabio las incluyó en su “Estoria de Hispania”. En tiempos de Felipe II su canonización fue promovida de nuevo por el monasterio de San Pedro de Cardeña, pero el asunto no prosperó en Roma. Los franceses en la guerra de la independencia profanaron las tumbas de Rodrigo Díaz y su mujer Jimena, diseminando sus huesos.

Pero ¿A qué viene este relato sobre El Cid? Resulta que desde primero de año me ha interesado estudiar al personaje, en dos buenas novelas (Pérez Reverte y José Luis Corral) un ensayo histórico de Porrrinas González, y una serie televisiva. La curiosidad nació hace muchos años al leer “El puente de Alcántara” novela histórica ambientada en esa época. El personaje de esa novela tiene un episodio en el campamento del Cid. En ese episodio El Cid, llamado por los suyos “Dom”, no es más que el jefe de una hueste mercenaria que guerrea para quién le paga.

La popularidad de este personaje es que nunca perdió una batalla a campo abierto en la que participara. Y en muchas de ellas estaba en desventaja numérica. En aquellos tiempos la guerra se hacía más con escaramuzas, algaradas o razias sobre territorios indefensos, y cercos a castillos o ciudades. Las batallas a campo abierto eran poco habituales por la incertidumbre de sus resultados. La mayoría de las batallas a campo abierto que ganó el Cid fue contra otros reinos cristianos, nunca contra el reino de Castilla. En ese detalle fue muy fiel a su rey Alfonso VI, que lo desterró en dos ocasiones. La primera, y más leve, fue por hacer una razia en el este del reino musulmán de Toledo, tributario y protegido de Alfonso VI, justo cuando dicho rey estaba en el oeste, rechazando un ataque del reino de Badajoz a las tierras de Toledo. Rodrigo atacó a Toledo como respuesta a un ataque a su señorío de Gormaz desde la zona de Sigüenza, entonces perteneciente a la taifa de Toledo. La segunda vez, y mucho más duro destierro, pues perdió sus tierras y parte de su mesnada, fue años más tarde por no acompañar con su hueste a Alfonso VI para liberar el asedio del castillo de Aledo, en Murcia, cercado por los almorávides africanos. Un desencuentro extraño e inexplicable. Pues Alfonso VI y la hueste de Rodrigo estuvieron en Murcia a menos de treinta kilómetros uno del otro, y no se encontraron.

Estos destierros obligaron a Rodrigo Díaz (que significa hijo de “Diag” Diego) a buscarse la vida por su cuenta. Y como era muy buen guerrero se hizo con una hueste de cristianos y musulmanes que lo seguían a muerte. Rodrigo recaudaba dinero con sus acciones de guerra, o extorsiones mafiosas, y los guerreros alistados se enriquecían con el botín de sus algaras y parias. Al final de sus días intentó convertir el reino de Valencia en su señorío/reino independiente del resto de reinos cristianos. Pero la muerte de su hijo Diego Rodríguez en la batalla de Consuegra, ayudando a Alfonso VI contra los almorávides frustró sus planes.

Batallas ganadas

Contando solo las batallas a campo abierto, ganó las siguientes:

Graus

Fernando I conde de Castilla y rey de León envió a su hijo mayor Sancho, con la hueste de Castilla a ayudar al rey musulmán de Zaragoza, tributario y protegido suyo. El rey Ramiro de Aragón, hermano de Fernando I, atacaba el castillo de Graus, desde el condado de Ribagorza, y Zaragoza pidió ayuda a Fernando. En esa acción participó Rodrigo Díaz como escudero de Sancho, y se distinguió por su capacidad de lucha. Allí recibió el sobrenombre de campeador por los castellanos y sidi por los guerreros musulmanes zaragozanos. En esa batalla murió Ramiro primer rey de Aragón. Otro hermano de Ramiro y Fernando, llamado García Sánchez III rey de Pamplona, murió en la batalla de Atapuerca, cuando luchaba contra su hermano Fernando I por la posesión de La Rioja y la llanada de Álava. En esa batalla murió también Diego Laínez, padre de Rodrigo Díaz, luchando con su señor Fernando. Esta coincidencia de reyes hermanos muertos nos obliga a comentar algo sobre Sancho Garcés III el Mayor rey de Pamplona-Nájera, que fue padre de los tres reyes cristianos de la península (Pamplona, Aragón y León) dos de ellos muertos a manos de Fernando conde de Castilla y Cea. Por otra parte, este Fernando se casa con Sancha la hermana de Bermudo III de León, y en la batalla de Tamarón provocada por una disputa de frontera entre León y Palencia, muere su cuñado, erigiéndose Fernando en rey de León. Las posesiones territoriales de Sancho Garcés III el Mayor rey de Pamplona-Nájera comprendía el río Segre al Pisuerga: norte de Huesca (condados de Ribagorza, Sobrarbe y Aragón), Navarra, la Rioja, el País Vasco. Y por derecho de matrimonio el condado de Cea en Palencia y el de Castilla: Este de Cantabria (hasta las Asturias de Santillana) y norte de Burgos.

Llantada

En el testamento de Fernando I, se divide el reino entre sus hijos, siguiendo la costumbre del reino de Pamplona. Cede a Sancho el hijo mayor Castilla su señorío heredado, que convierte en reino. Cede a Alfonso su segundo hijo el reino conquistado, el reino de León. A su tercer hijo García le cede Galicia y los condados portugueses conquistados a los musulmanes (Oporto y Coímbra) y a sus dos hijas cede las ciudades de Zamora y Toro. Sancho y los castellanos están muy disgustados por el reparto, e inician la conquista de León. Esta batalla está situada en este contexto, y las minoritarias fuerzas castellanas ganan a las más numerosas huestes de León, volviendo a  participar en ella Rodrigo Díaz, ya como alférez (jefe de la hueste) de Sancho.

Golpejera

En el mismo contexto anterior, en esta batalla la hueste castellana dirigida por su alférez Rodrigo Díaz vuelve a derrotar a la hueste leonesa. Finalizando el conflicto al caer prisionero Alfonso VI, y ser desterrado por su hermano Sancho a Toledo. Precisamente en este destierro Alfonso VI pudo observar las defensas de la ciudad, que luego conquistaría. Tras el asesinato a traición de Sancho en Zamora, Rodrigo Díaz dijo a los castellanos que Alfonso VI era el heredero natural del reino de Castilla, por ser hijo de Fernando, y que por lo tanto le debían fidelidad como vasallos. Esta actitud conciliadora bastó a Alfonso VI, pero no a los nobles leoneses, muy rencorosos tras sus derrotas.

Cabra

Rodrigo Díaz fue enviado a Sevilla para cobrar las parias que esa Taifa debía a Alfonso VI para su protección. Estando en Sevilla recibe la noticia de que fuerzas de la taifa de Granada atacaban el castillo de Cabra, apoyados por huestes castellanas mandadas por el conde de Nájera García Ordóñez, su envidioso enemigo. Hay que recordar que la rioja ya es castellana, al igual que el País Vasco, cuando desapareció el reino de Pamplona tras lo sucedido en “Peñalén”. Rodrigo Díaz con sus guerreros castellanos y musulmanes sevillanos se dirigió a Cabra para liberar el territorio de la taifa protegida. Escribió un ultimátum a García Ordóñez para que se retirara, mensaje que este desdeñó. Así que en esta batalla se enfrentaron tropas castellano-riojanas con sus aliados granadinos, con tropas castellano-burgalesas con sus aliados sevillanos al mando del Cid. La victoria fue absoluta, con un importante botín de guerra en armas, caballos y armaduras. El Cid fue recibido en Sevilla con gran alegría de la población y al Mutamid pagó la paria correspondiente a Alfonso VI, y colmó de regalos a Rodrigo.

Alcocer

Esta batalla sucedió cerca de Calatayud tras su primer destierro. Al destierro lo siguieron más de trescientos guerreros castellanos de la frontera, algunos súbditos suyos y otros al albur de un seguro botín de guerra. Rodrigo estaba dispuesto a ofrecer sus servicios a los gemelos condes de Barcelona (Ramón Berenguer y Berenguer Ramón). Tenía que atravesar con permiso la taifa musulmana de Zaragoza, que meditaba hacerse con sus servicios de protección. Cerca de Calatayud, mientras esperaba el permiso de paso, fue sorprendido por un ejército de la taifa de Valencia, dispuesto a conquistar territorios de Zaragoza. A pesar de estar en minoría de uno a tres destrozó al inexperto, mal armado y peor dirigido ejército valenciano casi sin bajas.

Almenar

Esta batalla se desarrolla en la frontera entre la Taifa de Zaragoza y la de Lérida. Una vez rechazados sus servicios por los condes de Barcelona, fue contratado por Al Mutamín rey de Zaragoza, para defender sus dominios y entrenar al ejército musulmán zaragozano, y así lo estuvo haciendo todo el invierno. Sancho Ramírez el rey de Aragón y primo de Alfonso VI, se coaligó con los condes de Barcelona y el rey de la taifa de Lérida para ganarle territorio a la de Zaragoza. El rey de Lérida convocó a su vez a otros condes cristianos: Cerdaña, Besalú, Urgel, Ampurdan, Rosellón y Carcasona. Los coaligados cercaron el castillo de Almenar, y como su superioridad era tan grande como su confianza, Rodrigo decidió un ataque nocturno al poco vigilado campamento. Con ese ataque, realizado por su hueste castellana y los guerreros zaragozanos, destrozó a los coaligados y capturó a uno de los condes de Barcelona, huyendo el resto en todas direcciones al abrigo de la noche.

Matarraña

Esta batalla surge en el contexto de protección al reino de Zaragoza. Un grupo de la hueste de Rodrigo Díaz acosaba el castillo de Morella de la taifa de Lérida. El rey de Aragón bajó con su ejército  al sur del Ebro junto a las tropas de Lérida. Se disponía a liberar el castillo de Morella del acoso al que estaba sometido. Enterados en Zaragoza del movimiento de fuerzas aragonesas y leridanas, Rodrigo Díaz bajó por el Ebro en barca y a pie con rapidez para interponerse a las fuerzas enemigas en Matarraña. Cuando Sancho Ramírez rey de Aragón encontró frente a su ejército al del Cid, cargó sin pararse a pensar con su caballería pesada. La hueste del Cid aguantó la primera carga, y luego con sus entrenadas tropas, formadas por caballería pesada castellana y algunos franceses, caballería ligera zaragozana e infantes acorazados, acabaron derrotando al rey de Aragón y a sus aliados, que corrieron para atravesar de nuevo el Ebro y ponerse a salvo. Después de tantas victorias y botines, la mesnada de Rodrigo, formada por cristianos y musulmanes, era cada vez más numerosa, potente y eficaz.

Tevar

Esta batalla se desarrolla en un contexto diferente. Una vez reconciliado con Alfonso VI, este le encargó la protección del rey musulmán de Valencia. Tras el desencuentro de Aledo fue por segunda vez desterrado, y estamos ante un Rodrigo Díaz que se encuentra aislado entre Teruel y Valencia, luchando por guerrear para él y su mesnada, viviendo de las protecciones que ofrece a castillos y ciudades que protege, y de los saqueos a población civil. A este Rodrigo sin territorio le ataca de nuevo el conde de Barcelona con un numeroso y aguerrido ejército. Ante la inferioridad de fuerzas Rodrigo mete a su hueste en un valle cerrado y con una estrecha abertura. Engaña a Berenguer Ramón con unos falsos desertores, que le dicen que durante la noche escaparán del valle subiendo las escarpadas laderas. El conde de Barcelona lo cree y dispersa su ejército para bloquear todos los caminos de huida. Con el ejército restante entra en el valle y carga contra el Cid, cayendo derrotado y apresado con tres mil de los suyos.

Cuarte

Esta batalla se desarrolla muy cerca de Valencia. El Cid ya es señor de Valencia y se ha instalado en la capital. Un ejército almorávide, los norteafricanos que derrotaron a Alfonso VI en Sagrajas o Zalaca cerca de Badajoz unos años antes, se habían apoderado de todos los reinos musulmanes del sur de España, estaban instalados en Denia y Alcira, y avanzaban para tomar Valencia. La desproporción de fuerzas era enorme. Rodrigo diseñó una estratagema para la batalla. La noche anterior emboscó una fuerza de mil caballeros por detrás del campamento almorávide, aprovechando que no había vigilancia. Así mismo difundió el rumor de que Alfonso VI venía en su ayuda. La mañana siguiente formó su ejército en línea de batalla frente a los almorávides. Cuando estos cargaron, la hueste del Cid se retiró hacia Valencia como si tuvieran miedo. Con este engaño conseguía alejar al ejército de su campamento. En ese momento la fuerza emboscada atacó el campamento almorávide, haciendo huir a su emir. El ejército almorávide atacante, viendo que los abandonaba su emir, y creyendo que estaban siendo atacados por fuerzas de Alfonso VI, huyó en todas direcciones dejando en el campo armamento y caballos. El botín fue enorme. Era la primera vez que el ejército almorávide era vencido en la península.

Bairén

Los almorávides habían vuelto a derrotar a Alfonso VI en Consuegra, al sur de Toledo, y en ella murió Diego Rodríguez el hijo del Cid. Tras la batalla los almorávides en vez de ir hacia Toledo, decidieron ir hacia Valencia, para luchar con el único ejército que los había derrotado. Aunque la superioridad numérica era aplastante, Rodrigo Díaz volvió a sorprender a los almorávides. Marchaban hacia Valencia sin precaución, sin exploradores, confiando en su superioridad. Rodrigo los atacó cuando estaban en orden de marcha, desorganizados y desprevenidos. Y los atacó con toda la furia que pudo. Con Rodrigo formaba un pequeño contingente aragonés con su rey Pedro I, que acababan de conquistar Huesca a los zaragozanos. Los almorávides huyeron en desbandada hacia las cercanas Játiva y Gandía, para guarecerse tras sus muros.

Resumen

De estas diez batallas a campo abierto Rodrigo venció en tres a los musulmanes (una al reino de Valencia y dos a los almorávides) dos a los leoneses, tres a los aragoneses (en dos de ellas coaligado con la taifa de Lérida, y en una de estas coaliciones estaba también la hueste del conde de Barcelona Ramón Berenguer II el fratricida, que cayó preso) una a la hueste del mismo conde de Barcelona (en la que también cayó preso) y una al conjunto de la hueste castellano-riojana del conde de Nájera y guerreros granadinos, defendiendo a la taifa de Sevilla. Su experta hueste sin embargo perdió dos batallas contra los almorávides, sin estar presente el Cid. Una en Consuegra, donde murió el hijo del Cid, y otra en Alcira a un destacamento de la hueste del Cid en misión exploradora y de saqueo.

Así que el Cid matamoros y defensor de la cristiandad fue un intento inexacto de apropiarse de su figura. El secreto de tantas victorias estuvo en tener una hueste veterana, bien entrenada, pertrechada y aguerrida, fortificándose siempre (su hueste era capaz de hacer un pequeño castillo para cien guerreros con torre, muralla y foso en una semana) moviéndose con rapidez, utilizando la astucia cuando estaba en minoría, usando el terreno siempre a su favor, y tratando de pactar siempre en vez de guerrear. Si no tenía castillo grande lo construía (El Poyo, Olocau) como retaguardia, y para almacenar dinero, joyas y comida de su hueste (grano, aceite, vino y ganado) Sin que conste que lo hubiera leído, la forma de guerrear del Cid tiene un gran parecido con la de Cayo Julio César en la Galia, por su velocidad de movimiento, la importancia de sus fortificaciones, el uso del terreno a su favor, y la preferencia a pactar en vez de guerrear. Otro asunto es el uso de la carga de caballería pesada a la normanda, en la que Rodrigo era un experto, que se estaba imponiendo ya en todos los países, y que a los normandos les dio tantos beneficios (conquista de Inglaterra, Nápoles, Sicilia y en tierra santa el principado de Edesa)

El Cid murió en Valencia el año 1099. Había pasado a lo largo de su vida de infanzón de la baja nobleza castellana a señor del reino de Valencia, aliado de Alfonso VI rey de Castilla y León, Pedro I rey de Aragón, y del conde Barcelona Ramón Berenguer III, respetado por los almorávides, por el rey de Zaragoza, el de Lérida y el de Albarracín. Casó a su hija Cristina con el infante Don Ramiro Sánchez de Navarra, el hijo de ambos y nieto del Cid García Ramírez fue rey de Navarra. A su hija María la casó con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III, pero no hubo nieto para reinar por esta vía.

Las fuentes castellanas más fiables son el “Carmen Campidoctor” y la “Historia Roderici” ambas de alrededor del siglo XII, y ambas contando parte de la historia real. Las otras fuentes: leonesas, aragonesas, barcelonesas y musulmanas lo insultan y denigran, pero corroboran los sucesos acaecidos, y complementan otras historias no contadas por las fuentes castellanas. Es posible que la rivalidad entre Castilla y León, que mil años después aún dura, tenga su origen en las hazañas de Rodrigo Díaz.