Alvar Núñez Cabeza de Vaca fue un hidalgo y aventurero jerezano, soldado en Nápoles y la guerra de los comuneros, que se embarcó en Sanlúcar de Barrameda, en una armada fletada para conquistar la Florida. Tras el fracaso de esta armada, por los belicosos indios de Florida, y tras un naufragio, fue esclavo de los indios de Luisiana, y posteriormente ayudado por los indios sioux de Tejas, Apaches de Nuevo Méjico, indios Pueblo de Arizona, hasta encontrar de nuevo españoles en Sinaloa, al norte de Méjico. Todo el periplo de su aventura duró nueve años, en los que recorrió todo el sur de los Estados Unidos de América del Norte, y todo el norte de los Estados Unidos de Méjico, desde la bahía de Tampa hasta Sinaloa. He terminado de leer la novela histórica de Antonio Pérez Henares, basada principalmente en los escritos del mismo Alvar Núñez, contando todas sus aventuras, y que tituló “Naufragios”, a petición y para lectura del Rey Felipe II. Durante la lectura de sus aventuras, me llamó la atención, que sus escritos, recopilados en Naufragios, parecen haber figurado en los guiones de dos películas americanas, que trataban de hombres blancos viviendo entre los indios. “Un hombre llamado caballo” y “Bailando con Lobos”.
Un hombre llamado caballo es una película de 1970 dirigida por Silverstein y protagonizada por Richard Harris. La película está basada en un cuento homónimo de Dorothy M. Johnson publicado en 1950. El argumento se trata de un hombre hecho prisionero por los indios sioux, al que primero esclavizan y luego lo liberan tras su comportamiento en una pelea con una tribu enemiga. Para adoptarlo como guerrero tiene que someterse al juramento al sol. Esta prueba de resistencia filmada en la película figura con el mismo nombre y el mismo ritual en los escritos de Naufragios de Cabeza de Vaca, que asistió a una ceremonia similar entre los sioux del siglo XVI. También se cuenta en Naufragios como los sioux cortaban los tendones isquiotibiales de una pierna de los prisioneros, que habían escapado, para que no intentaran hacerlo por segunda vez. Escena que aparece también en esta película.
Bailando con lobos es una película de 1990 dirigida y protagonizada por Kevin Costner. Está basada en la novela homónima de Michael Blake. El argumento trata de un soldado solo en un puesto fronterizo, que establece contacto con una tribu de indios, y que debido a su comportamiento cuidadoso con la naturaleza y la curiosidad del jefe espiritual de la tribu, inician una relación amistosa, hasta integrarse en el grupo. La similitud con Naufragios estriba en que la amistad entre Alvar Núñez y la tribu sioux se basó en la curiosidad del jefe espiritual de la misma, y en este caso el desvalimiento del pequeño grupo de españoles, que encontraron desnudos y hambrientos tras el último naufragio. Entre los sioux, los españoles participaron en una gran cacería de bisontes, y aprendieron la gran importancia que tenía este animal para ellos, proporcionando comida para el invierno, piel para las tiendas, ropas y calzado, grasa, huesos y tendones para todo tipo de utensilios y ungüentos. Aunque las puntas de flecha, de lanzas y los cuchillos eran de pedernal, y cazaban los bisontes a pie. Esta cacería, y su importancia para la tribu sioux, también figura en el filme de bailando con lobos, aunque la realizan con rifles de repetición y a lomos de caballos. Tatanka llamaban al bisonte los sioux del siglo XVI, y de la misma manera lo llaman en bailando con lobos. Alvar Núñez los llama vacas jorobadas, y entre los indios él se llamaba Cabeza de Tatanka, según relata, para regocijo de ellos.
Desconozco si los novelistas tuvieron acceso a los escritos de Cabeza de Vaca, publicados en 1540, pero las similitudes son incuestionables y nada desdeñables. Supongo que los indios sioux dejaron de hacer su ritual del juramento al sol cien años antes de las novelas citadas, cuando dejaron de ser guerreros. Cortar los tendones isquiotibiales de los prisioneros escapistas dejarían de hacerlo mucho antes, y no es hecho para vanagloriarse, y quedar en el imaginario colectivo. La caza de tatanka y su importancia para la tribu sí pudo quedar en los relatos transmitidos de padres a hijos.
