Este irrelevante proceso es muy importante para los varones mayores. Estos pacientes tienen habitualmente un adenoma prostático que estrecha más o menos la luz de la uretra. Si se ven abocados a una intervención quirúrgica de cierta consideración son sondados en el ante quirófano con una sonda de calibre grueso, que asegura un abundante e innecesario caudal de evacuación de orina, puesto que vencido el primer reservorio de la vejiga, el resto de la excreción va depender del filtrado glomerular. Cuando se sonda a un paciente con adenoma de próstata, forzando la sonda nos aseguramos la distensión mecánica de la uretra, que es la que cede a la presión. El denso y macizo tejido prostático no va a ceder ni un ápice al empujón. Así que conseguimos una uretra distendida como globo de cumpleaños. Cuando el sufrido mayor se despierta de la anestesia, lo que más le molesta es la maldita sonda, ni la intervención ni otras zarandajas. Así que conmino a que los ante quirófanos sean surtidos con varios calibres de sonda uretral, y que según la edad se usen los de menor calibre, para eliminar esta entidad manifiestamente evitable.