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Silencio aferente

Tras una artrodesis de columna lumbosacra se percibe la sensación de que hay una tabla en la zona intervenida de la espalda. Pero en nuestro organismo no hay receptores para los cuerpos extraños, ni para la rigidez de movimientos. Al contrario hay receptores que detectan el movimiento y la contracción muscular, la tensión tendinosa, y naturalmente el dolor. Cuando van pasando las semanas el tamaño de la “tabla” va disminuyendo por la periferia. Pues esa sensación de tabla no es más que la pérdida de todas las aferencias profundas de los planos musculares y paravertebrales disecados durante la intervención. A esa pasajera sensación se le puede llamar etapa de silencio aferente. Durante esta etapa el dolor en la zona intervenida está ausente, permitiendo estancias en pie y marcha relativamente larga. Pasan las semanas y van llegando las aferencias de contracción muscular y del dolor a la zona intervenida. Entonces aparecen sensaciones dolorosas cuando se contrae la musculatura paravertebral lumbosacra, es decir en actividades que suponen una ligera flexión de la columna, algunos movimientos, desperezarse en la cama y al andar. Esas molestias se originan en la musculatura paravertebral lumbosacra, pues se contrae (en parte de forma isométrica) en sinergia con el conjunto de la musculatura erectora de la columna vertebral. La seguridad de que las molestias se originan en la musculatura paravertebral se debe al alivio que se experimenta cuando se contrae la musculatura antagonista, es decir los abdominales. Es conocido que en la inervación eferente motora junto al impulso excitador de contracción de la musculatura inervada, se envía un impulso inhibidor a la musculatura antagonista, que origina una relajación en la misma, facilitando el movimiento. Mientras más potente sea la contracción de los agonistas, más intensa es la relajación de los antagonistas. Este fenómeno se denomina inervación cruzada. Si al contraer con potencia los abdominales se alivian las molestias posteriores es porque se relaja la musculatura antagonista, la erectora de la columna, el origen de dichas molestias.  Esta inervación cruzada se aprovecha en la terapia manual para relajar musculaturas contracturadas o con espasmos.

Seis meses después de la artrodesis están recuperadas las actividades previas a la lumbalgia sacralgia mecánica reparada con la intervención. Dos prevenciones hay que tener durante este periodo: pretender recuperar la movilidad previa de la columna vertebral, y cargar peso excesivo. Tras la artrodesis L4-L5-S1 se ha perdido como mínimo un 40% de la movilidad lumbosacra, forzar la movilidad lumbar en cualquier sentido, sería forzar la movilidad del nivel L3-L4, que seguro se deterioraría. Esta misma debilidad del nivel L3-L4, el último móvil de la columna, se vería comprometido si se carga peso excesivamente (superior a quince kilos) o sucede una caída. Es necesario mantener la flexión de caderas, y la longitud adecuada de los isquiotibiales y aductores, para mantener la flexibilidad suficiente para la vida diaria. Así que natación, marcha de dos pasos por segundo (6 Km hora, en individuo de 1,70) y estiramientos son los ejercicios más adecuados a esta etapa. Pueden introducirse pequeños tramos en un trote muy suave de tres pasos por segundo (9 Km hora) para que el impacto en la columna sea algo mayor, mejorando la densidad ósea de la misma, y concretamente reforzando la estructura ósea de L3, el eslabón más débil..