Tradicionalmente consideramos que el ámbito público es el opuesto al ámbito privado. Así que la denominación de salud pública es muy poco afortunada, pues la situación opuesta es la salud privada, que parece indicar que una es costeada por el estado y la otra es costeada por el propio individuo que solicita sus servicios sanitarios. Y aunque existe la sanidad privada y la sanidad pública como tales y con las condiciones de financiación antes dichas, el concepto de salud pública es otro muy distinto. Así que para entendernos salud pública debería denominarse salud colectiva, en contraste con la salud individual. El sistema sanitario más conocido y más utilizado es el ofrecido a los individuos, sanos o enfermos, para curar, prevenir, o paliar los efectos de las enfermedades. Este sistema sanitario puede ser de financiación pública o privada. En España la sanidad pública es desde hace cincuenta años de máxima calidad científico-técnica, comparable sin rubor a la de cualquier país más rico que el nuestro. A nadie le extraña que el modo de proceder de la sanidad individual comience con la consulta de un individuo, que acude a su médico, y que requerirá las pruebas y consultas pertinentes para diagnosticar y tratar la dolencia de que se trate. En la sanidad colectiva, mal llamada salud pública, no consulta el individuo, sino que el experto de la administración sanitaria, investiga los parámetros de salud de la población, analiza las aguas potables, supervisa el tratamiento de la aguas residuales, supervisa la sanidad de los alimentos que se comercializan, controla las declaraciones de enfermedades transmisibles realizadas por los médicos individualistas, y en el caso de epidemias plantean las normas que tenderán a controlar la situación, disminuyendo los contagios, y revisando la expansión de la enfermedad por los barrios, pueblos y ciudades. Como ya llevamos muchos meses de pandemia por el covid19, muchas de estas actividades nos son conocidas. Pero cuidado los métodos, conocimientos y pautas de actuación no son las mismas que en la sanidad individual. El mejor médico individual no recuerda lo que estudió durante la carrera de la sanidad colectiva, y luego no ha vuelto a revisar. Por otra parte no le preguntas al médico de salud colectiva por el medicamento más eficaz contra la intensa inflamación pulmonar del coronavirus, que no lo sabrá decir. Cada uno tiene su papel. Cuando veo a un eminente médico individualista pontificar sobre la oportunidad de las estrategias de confinamiento, pienso: Porqué se meterá en este territorio que no domina, y que él sabe que no domina. El experto en salud colectiva solicita pruebas diagnósticas de las heces por calles y barriadas, para saber cómo se expande el contagio, y solicita pruebas diagnósticas de positividad a colectivos, cuando los nuevos casos se disparan en un lugar concreto. Interpreta las estadísticas de casos, y las posibles mutaciones del virus. Otro asunto es la decisión del político de turno a la hora de adoptar las medidas aconsejadas por los expertos, pues en la decisión final pesan otros parámetros, como oportunidad política, descalabro económico, posibilidad de controlar la medida tomada… Así que paciencia, que ya tenemos la vacuna y reducirá mucho la cifra de muertos, y a seguir con las consabidas mascarillas, higiene de manos y distancia social. Y si puedes huye de estar más de quince minutos en espacios cerrados.