La artrodesis lumbar es una cirugía compleja que inmoviliza las vertebras lumbares afectadas por la inestabilidad. A ella suele añadirse la liberación de las raíces nerviosas atrapadas por la misma enfermedad, si estuvieran comprimidas. Mientras se endurece la unión ósea de las vertebras intervenidas, se coloca un sistema de sujeción con tornillos, placas metálicas y separadores metálicos, cuando es posible. Este sistema es fundamental para inmovilizar las vértebras intervenidas y asegurar que la unión ósea sea un éxito.
Movilidad
Tras la intervención tenemos una herida quirúrgica reciente, protegida por un apósito absorbente, y con un par de drenajes que expulsan al exterior los fluidos que se producen durante la cicatrización inicial. Durante este periodo de drenajes activos, el objetivo es evitar que dichos drenajes se acoden o se salgan de su posición, con lo que los fluidos de desecho no podrán salir. Durante este periodo está encamado, sin poder levantarse y con medicación analgésica potente, se aconseja que cada media hora cambie de postura en la cama entre tres posiciones: decúbito lateral derecho, decúbito lateral izquierdo y decúbito supino, para movilizar los fluidos internos, y facilitar su recogida por los drenajes. Durante estos cambios posturales que hará despacio desde el primer día, debe proteger los drenajes para que no se salgan o acoden.
Cuando no se extraiga ningún fluido de desecho, se retiran los drenajes. A veces se le proporciona un corsé para proteger la cicatrización de la piel y de la musculatura profunda, y se le autoriza a sentarse con el corsé y a realizar cortos paseos, con las precauciones debidas para evitar mareos y por supuesto caídas. Debe realizar despacio y sin brusquedades las transferencias de sentado a de pie, así como sentarse y levantarse de la cama o de la taza del váter. Mejor si apoya o tracciona con los brazos desde un punto fijo, para aliviar la carga en la parte baja de la espalda, y el posible dolor en la zona intervenida.
Si no hay complicaciones, pronto estará de alta. Debe de tener paciencia, pues hay que aguardar el tiempo de cicatrización cutánea y muscular. Debe continuar la recomendación de permanecer la mayor parte del día sentado con el corsé, y pasear por la casa con frecuencia. El corsé debe retirarlo solo para acostarse. Puede bajar y subir escaleras, pero despacio y sin que haya impacto brusco al bajar el escalón. Este periodo durará hasta le retirada de los puntos.
Si algo se te cae al suelo no puedes agacharte a cogerlo, así que busca unas largas pinzas de cocina por si te pilla solo el accidente. Apoyando parte del peso en los brazos, y abriendo algo las piernas, puedes acercarte algo más al suelo y poder coger con las pinzas lo necesario. En ningún caso fuerces la columna: el corsé lo impide cuando flexionas, pero el corsé no impide forzarlo en rotación, por lo que has de ser muy cuidadoso con este movimiento.
Por regla general, pasados quince o veinte días ya no necesitarás pinzas, ni apoyarte mucho en los brazos para moverte, pues la cicatrización muscular está muy avanzada, y disminuye mucho el dolor en los cambios de posición. Como el corsé tendrás que usarlo bastantes semanas, es aconsejable usar una faja tubular de algodón entre el corsé y la piel, para que absorba el sudor, y así evitas lavarlo con frecuencia.
A partir de este momento tienes que procurar ser independiente en tus actividades cotidianas de aseo, alimentación, vestirse y desplazarse.
Aseo personal
Durante los primeros días tras la intervención está obligado a guardar cama. Por lo que el aseo está a cargo del personal de la planta. Debe hacer sus necesidades en cuña o botella. Tras la aplicación del corsé, y el permiso para levantarse y pasear, debe optar por asearse usted mismo, y solicitar ayuda para aquellas zonas a las que no llegue. Las necesidades las realizará sentado en la taza del váter. En casa te darás cuenta de que apenas puedes doblar la columna, el dolor y la faja te lo impiden. Así que para asearse tras usar la taza del váter debes estirar lo que puedas tu mano habitual, sin forzar la torsión del tronco, y usar el bidet para rematar la higiene. Así mismo como no puedes mojar la herida hasta dos días después de retirados los puntos, te aseas de pie con una manopla jabonosa, te aclaras con otra manopla húmeda, y te secas con una toalla. Si elevas la pierna hasta apoyarla en el borde de la bañera, podrás asearte las ingles, los muslos y las rodillas hasta media pierna. Tardarás en llegar con la mano para asearte los pies, así que no dudes en pedir ayuda para este asunto.
Pasados quince días o veinte días ya puedes llegarte a los pies para asearte, y usar la ducha. Se recomienda ducharte en un asiento en el plato de ducha, pues los riesgos de resbalones y accidentes son mucho menores.
Ejercicios
Durante el periodo de encamamiento, cuando pase por el decúbito supino debe realizar tres sencillos ejercicios durante pocos minutos: movilizar ambos tobillos, encoger y extender alternativamente las piernas doblando cadera y rodilla, y con los pies en la cama y apoyado en ellos y en el cuello tratar de despegar la espalda baja y los glúteos de la cama.
Cuando se le haya permitido levantarse con la faja, permanecer sentado y pasear, debe realizar un par de veces al día los ejercicios que hacía en decúbito supino cuando no podía levantarse, pero esta vez un familiar opone una pequeña resistencia a la flexión y a la extensión de las piernas, y de continuar tratando de despegar suavemente la columna lumbar y los glúteos del plano de la cama. En los decúbitos laterales trate de elevar recta la pierna de encima, sin resistencia.
Durante el periodo de espera de la cicatrización en su casa, debe continuar realizando estos ejercicios dos veces al día, aunque la resistencia puede ser algo mayor, siempre que los ejercicios no sean dolorosos. Solo debe acostarse y retirar el corsé para dormir la siesta y por la noche. El resto del tiempo debe permanecer con la faja puesta, sentado o de pie. Debe ir aumentando los paseos, en casa o en la calle. Siempre sin cargar peso mayor de seis kilos.
Cuando retiren los puntos puede añadir a los ejercicios en decúbito supino con discreta resistencia y en decúbito lateral sin resistencia, un ejercicio que se inicia a cuatro patas, y se eleva alternativamente un brazo y la pierna contraria durante diez segundos, y a continuación el otro brazo y la otra pierna. Puedes realizarlo con la faja puesta, que no molesta al ejercicio.
A partir de los veinte días debes incorporar tus actividades habituales, siempre que no sean de cargar peso.
Una vez completada la cicatrización superficial y profunda, y retirado el corsé, puedes incrementar los paseos en longitud o velocidad de marcha, para ir recuperando forma física. Debes añadir estiramientos de los músculos gemelos, isquiotibiales, aductores y cuádriceps, para incrementar la flexibilidad de los mismos, bastante reducida tras el prolongado padecimiento. Hay múltiples ejercicios que puedes encontrar en internet. Escoge los menos complejos y peligrosos. Debes movilizar la columna sin forzar. Recuerda que la artrodesis ha disminuido un 40% la movilidad lumbosacra anterior a la misma. El mejor ejercicio para fortalecer la espalda es la natación. No dudes en elegirla si tienes ocasión, y sabes nadar.
Complicaciones
Debe estar atento a la fiebre o incremento del dolor en la cicatriz o zona intervenida. En el caso de aparición de estos síntomas debes contactar con la consulta de tu cirujano. Si aparecieran otros síntomas no habituales, y relacionados o no con enfermedades que ya padecías, debe consultarlo con su médico de familia, él decidirá qué hacer.
Dolor
Durante el periodo de ingreso en el hospital tendrás una analgesia potente, tanto intravenosa como por vía oral. Cuando te vayas a casa, el tratamiento analgésico vendrá en el informe de alta. Los dolores que percibas están originados por la amplia herida quirúrgica, tanto la de la piel con sus puntos, como la de los planos musculares profundos, y permanecerán hasta que cicatricen ambos planos. Estos dolores se incrementan cuando estés cambiando de posición de acostado a sentado, de sentado a de pie, y al contrario. El motivo del dolor es que de forma refleja, y sin poder evitarlo se contrae la musculatura profunda de la columna, que aún no está cicatrizada del todo. Cuando estés sentado o de pie, debes mantener la columna completamente recta, para que no se contraiga de forma refleja la musculatura de la espalda baja, aún cicatrizando, y así disminuir el dolor. La herida de la piel y sus puntos solo duelen si la presión del corsé es muy intensa y duradera. El corsé tiene un sistema de ruedas para ajustarlo más a la columna lumbar. Cuando estés sentado debes notarlo firme, pero cuando te levantas, el volumen del abdomen disminuye y queda más holgado, así que si vas pasear, reajústalo una vez estés en pie. Cuando vuelvas a sentarte vuelve a reajustarlo de nuevo, para que la presión sobre la herida de la piel y los puntos no se excesiva.
Alimentación
La dieta alimenticia tiene que ver con tu estado de salud previo. Durante el ingreso estarás bajo control, pero cuando estés de alta deberás tener en cuenta si debes perder peso o eres hipertenso o diabético. Estas dudas debes consultarlas con el médico de familia, que te dirá la dieta a seguir. De todas formas tendrás que comer con el corsé puesto, por lo que te ayudará a no comer en exceso. Como te mueves menos de lo necesario, debes incrementar el consumo de alimentos con fibra y abundantes residuos para ayudar a aumentar el bolo intestinal, y facilitar la defecación. Si esto no tiene la frecuencia y el volumen deseado puedes recurrir a supositorios de glicerina o micro enemas.
Conducir vehículos
No debe desplazarse en moto, bicicleta o patinete, pues el riesgo de caída involuntaria no es asumible. La posibilidad de conducir un vehículo de cuatro ruedas está sometido a muchas variaciones. La facilidad de subir o bajar del mismo va a depender de tu grado de movilidad, como de la altura del vehículo, la del asiento y de su amplitud. La facilidad de manejo de los pedales, dependerá de tu movilidad de ambos miembros inferiores, aunque es mucho más cómodo en un vehículo de cambio automático. La única manera de averiguarlo es que pruebes a subirte al tuyo, cuando creas que puedes hacerlo, prueba a manejar los pedales, y prueba a conducirlo el día que haya menos tráfico. Porque los frenazos y los baches los notarás menos si conduces tú, que si te lleva otro conductor, y las posibilidades de accidente son las mismas si tú conduces, que si te lleva otro.