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Incertidumbres y demoras

Un médico nunca debe mostrarse dubitativo en su conversación con el enfermo. Si conoce el problema consultado, debe mostrarse seguro y decidido en aconsejar la actuación más eficiente. Si no lo conoce, debe pedir la prueba que lleve al diagnóstico, o derivarlo al compañero con experiencia en ese proceso. Este aserto, que es muy conocido, es mucho más importante si el problema consultado es grave. Cualquier titubeo o incertidumbre  del médico crea en el paciente una sensación de arbitrariedad, que le produce angustia y dudas sobre la elección del facultativo, y el proceso realizado. Este comentario viene al caso del oncólogo que anuncia a su paciente que, tras las sesiones de ciclostáticos efectuadas, es el momento de solicitar un PET para observar la situación general. Y al paciente le hacen un TAC previo a la radioterapia. El desconcierto del paciente es absoluto. La sensación es de descoordinación entre la prueba de diagnóstico por imagen solicitada y lo comunicado por el oncólogo, o lo que es peor, piensa que el oncólogo tiene dudas sobre el siguiente paso.

Otro caso conocido en el pasado mes de Noviembre es el de la paciente que tras una caída va a la urgencia de una clínica y tras el estudio radiográfico le comunican: “Es una fractura de la tibia sin desplazamiento, le podemos poner una escayola desde la ingle al pie, o no ponerle nada. Usted decide”. De nuevo la incertidumbre, las dudas, pensar: ¿Este planteamiento puede ser así? ¿Yo elijo el tratamiento?  La sensación de desconcierto y angustia están aseguradas. En casos mucho menos graves si se puede, e incluso se debe ofertar diversas modalidades terapéuticas junto con los resultados habituales, pero siempre debe resaltar el aplomo del médico, y la seguridad en sus explicaciones y consejos.

El otro punto a reflexionar son las demoras inexplicables. La nefróloga le dice al paciente que, debido a sus síntomas, precisa una consulta preferente con el reumatólogo. El paciente con severa insuficiencia renal, pendiente de diálisis, solicita la cita preferente, y la obtiene para tres meses después. Es de esas citas en la que no se tiene la seguridad de que el paciente esté vivo para esa fecha. Cualquiera puede entender que en la sanidad pública las plantillas estén mal dimensionadas desde hace años, e incluso la sobrecarga diaria puede ser asfixiante, pero creo que deben priorizarse los casos graves bien documentados y bien remitidos. Priorizar los casos más graves debe hacerse en todos los servicios sanitarios.