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Explorar el patrón capsular

Tabla de Contenido

Prácticamente la totalidad de las articulaciones del miembro superior e inferior son accesibles para nuestros dedos. Al palparlas podemos detectar si están inflamadas o no, si duelen o no, si el dolor está localizado en algún tendón, o en alguna otra estructura periarticular. Si al tratar de insinuar los dedos entre el radio y el semilunar, o entre la tibia y el astrágalo, o entre el húmero y el olecranon, algo se opone, es sinovitis o derrame articular, y esta palpación suele ser dolorosa. En otras articulaciones más pequeñas del pie o de la mano la sinovitis es incluso visible, no es preciso tocarla. En estos casos no necesitamos acudir al patrón capsular para saber si la patología que exploramos es artrítica o periartrítica, pues todas las estructuras articulares y periarticulares están al alcance de nuestros ojos y dedos. Solo resta explorar la estabilidad de las articulaciones inflamadas, para tener los datos necesarios para tomar decisiones.

En la cadera, el hombro y la columna vertebral, articulaciones que están más profundas, es cuando  necesitamos acudir a la exploración del patrón capsular, para dirimir la importante cuestión de su origen articular o periarticular. Cuestión no baladí, porque determinará elegir  el reposo o no de carga. Ninguna articulación inflamada de los miembros inferiores debe realizar carga completa del peso del cuerpo, y a las del miembro superior le sientan muy bien la descarga temporal con ortesis.

Cadera

Para determinar el patrón capsular de un dolor de cadera, que ponga de manifiesto la afectación inflamatoria articular, hemos de explorar suavemente y en decúbito supino su recorrido articular, con reposo absoluto de los músculos que la dinamizan. Sólo con la absoluta quietud de  músculos y tendones, podemos asegurarnos de que los dolores que se produzcan son exclusivamente articulares. Cuando una cadera está inflamada o muy deteriorada el movimiento más doloroso y limitado es siempre la rotación interna. Una gran diferencia entre el dolor producido y el rango de movilidad entre la rotación interna y externa nos avisa de que los problemas son claramente coxo-femorales.  Aunque el dolor se perciba en la rodilla, lo que es bastante común en las afecciones de cadera. Si no existe dolor ni disminución de la movilidad al explorar la cadera estamos ante un patrón no capsular, probablemente periartrítico: tendinitis, entesitis. O de otra índole, como un choque acetabular.

Hombro

Para determinar si un dolor en el hombro sigue el patrón capsular, basta con explorar la mitad de los movimientos posibles. Me explico. El hombro es una articulación compleja. Por un lado está la articulación escapulo-humeral, y por otro lado el añadido al movimiento de elevar el brazo: la articulación acromio-clavicular, la cleido-esternal, y la movilidad de la escápula desplazándose por la parrilla costal, con los límites de sus inserciones musculares. Si lo que queremos saber es si la escapulo-humeral tiene un patrón capsular, nos sobran todos los movimientos en los que actúen las otras articulaciones. Es decir todos aquellos que sobrepasen los 90º de abducción y antepulsión. Así que la exploración de la escapulo-humeral se realiza con una mano puesta sobre el hombro, para impedir que se eleve el brazo. Una vez en esta posición tenemos cinco movimientos posibles, circunscritos a la escapulo-humeral: la abducción, la antepulsión, la retropulsión y las rotaciones. La abducción, la antepulsión, y las rotaciones nos aportan información suficiente para saber si el hombro tiene un patrón capsular; la retropulsión no añade datos a los ya obtenidos con los otros. Si los movimientos de abducción más las rotaciones están libres, no hay patrón capsular. Si la abducción a 90º más las rotaciones están limitadas, hay que sacar el troquiter de debajo del acromion con una antepulsión, y volver a mirar el rango de las rotaciones. Este movimiento discrimina la limitación por tendinitis y bursitis subacromial (si antepulsando el brazo las rotaciones vuelven a ser completas) de la capsulitis (si antepulsando el brazo las rotaciones permanecen limitadas)

Columna

En la columna vertebral tenemos multitud de capsulas articulares, pues desde C2 a S1 cada articulación posterior de las 46 existentes tiene su cápsula articular y su menisco. Cada nivel vertebral está articulado con el precedente o el siguiente con dos articulaciones y un disco intervertebral. Es posible localizar minuciosamente la articulación dolorosa palpando la columna vertebral, contando las apófisis espinosas a partir de la apófisis espinosa prominente, que es la de C7. En algunas personas es posible incluso servirse de la palpación de la última costilla, siguiéndola hacia su origen en D12 como ayuda localizadora. Son muy antiguos los estudios que refieren  que la flexión anterior de la columna vertebral incrementa la presión sobre el disco intervertebral, y la extensión de la columna disminuye dicha presión en el disco. Pero incrementa la presión sobre las articulares posteriores. Del mismo modo las flexiones laterales y rotaciones incrementan la presión en la articulación del lado de la flexión y rotación, y disminuye la presión sobre la articulación que se distiende. En el caso de contractura muscular paravertebral, dolerá al traccionar de ella en la flexión y rotación, y en la distensión lateral. Así que movilizando en estas direcciones podemos determinar si la raquialgia es facetaria, discal y/o por contractura muscular.

Comentario

La determinación del patrón capsular solo hace más comprensible la exploración de las estructuras que hemos comentado, pero no basta con ello. Si los resultados no son los esperados, debe recurrirse a las pruebas de imagen ecográfica o por resonancia magnética.