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Diario del confinamiento

Confinamiento

Sexto día del confinamiento domiciliario. Hay que organizarse bien. Lo primero es la comida, prever, comprar y realizar. Eso no lo llevo mal: el sábado cociné arroz caldoso de gurumelos, el domingo cordero asado, el lunes pez espada, el martes lubina al horno, el miércoles lentejas, hoy albóndigas de carne. En la despensa cuatro comidas más de pescado y otras cuatro de carne congeladas. Pan fruta, y verdura hay que comprarla más a menudo. Productos de limpieza, bebidas… son más fáciles de programar.

Lo segundo las salidas a comprar. Yo salía un ratito  diario, hasta que el martes me paró la policía local. -¿Donde va usted? -Al supermercado. -¿Me enseña las bolsas? -Sí, atrás las tengo. -Abra usted atrás para que las vea. -Estas son para los congelados, y esta para los objetos pesados(siempre las llevo) -Bueno, pero usted no puede salir a comprar todos los días, así que planifique bien su compra. Así que he tomado dos decisiones importantes: salgo cada tres días, y me he pelado corta la barba, para tener muchas menos canas en la cara.

Lo tercero, atender a mi nieta la mayor, en comida y juegos, aseo y ropa son cosas de la abuela. Y esto es más difícil que todo lo anterior. No estamos acostumbrados, ni personalmente quiero,  a ejercer una disciplina, y ella se da cuenta, consiguiendo lo que quiere cada día. En fin los padres a educar y los abuelos a consentir.

Ya veremos como seguirán los días.

 

Decimosegundo día de confinamiento

Es difícil mantenerse en casa tantos días seguidos. Y cuando sales a comprar por poco espacio de tiempo, parece como si estuvieras apestado de cólera morbo o plaga similar. Alejándote de la gente, con los guantes puestos, yo no me pongo mascarilla porque estoy asintomático, sin contacto con un positivo y no toso desde que dejé de fumar, pero la llevo por si me topo con un histérico. Cuando en el super te topas con otro cliente, miras para otro lado, pasas deprisa… Solo de uno es uno en el ascensor, aforo definido en todos los comercios, mamparas, distancias de metro y medio… Un horror de relaciones sociales apropiadas. Y luego las noticias diarias sobre la incidencia de casos nuevos, de casos ingresado, de casos en UCIs y de fallecimientos. Yo ya auguraba que con el incremento de pruebas de detección iba a incrementarse la incidencia de infectados declarados, descendiendo la incidencia de casos ingresados,y de los de UCI. Sospechaba que había casos asintomáticos infectando por ahí. Sin embargo los contagios a personal sanitario me sorprenden por su número. Si bien es cierto que los equipos de protección han durado muy poco, quizá no explique del todo la alta incidencia de sanitarios infectados. Hoy en las noticias dice que once médicos de la urgencia del hospital Virgen Macarena de Sevilla están infectados de coronavirus. Sorprendente ¿No hay enfermeras infectadas? Quizás no sean sólo los equipos inadecuados. Quizás se juntan para darse novedades sin mascarilla y/o distancia adecuada. Están muy atentos ante el paciente y relajan las medidas entre los profesionales. En las noticias de televisión se muestran imágenes de los hospitales, en los que o bien en formación de protección, o en otro trabajos no se mantienen las adecuadas distancias y precauciones entre compañeros. Yo dejo ahí esta reflexión.

 

Vigésimo segundo día de confinamiento

Ya nos han avisado que estaremos una cuarentena completa. Cuarenta es un número bíblico, el diluvio universal, parece un castigo de un dios exigente y vengativo como el de los judíos, sodoma y gomorra, su pueblo errando por el Sinaí… Yo sin embargo no me quejo, no se confundan, estoy deseando salir, abrazar, besar, y usar todos los modos de de relaciones sociales respetables, no me quejo porque estoy confinado con mi esposa, la soledad no es buena acompañante, mis libros, mi música, y mi jardín. Además escribo más asiduamente en las redes sociales, e incluso estoy haciendo unas memorias sobre mis actividades laborales desde que empecé hace cuarenta y dos años. Contemplo la enorme luna de Nissán, la primera luna llena de la primavera, que marca nuestra semana santa, este año perdida. Veo más la televisión, y en este contexto de añoranza semana santera, contemplé un programa de canal sur, que entrevistaba a varios músicos compositores de marchas procesionales. Algunos muy conocidos, y otros noveles, que explicaban como trataban de aunar la tradición, el deseo de los costaleros de marchas rítmicas que los animen, y la necesidad de innovar. Uno de ellos lamentaba que la marcha que había compuesto para la Virgen de La Salud de San Gonzalo hacía ya siete años, aún no se había estrenado. La verdad es que el fragmento que pusieron era de una marcha muy novedosa, pero en absoluta fea. Pero lo más curioso fue la entrevista con Abel Moreno, el autor de Madrugá, para mí la mejor marcha de semana santa. Decía este compositor que una vez fue invitado a dirigir una orquesta en Polonia. El llevó partituras de Manuel de Falla y Joaquín Turina, pero los músicos insistiendo ante el intérprete decían que tenían que tocar Madrugá. Llegó al acuerdo de, sin ponerlo en el programa, tocar Madrugá como añadido al mismo. El compositor contó que se emocionó cuando los polacos, que habían aplaudido las obras de Falla y Turina sentados, se pusieron de pie para aplaudir al finalizar Madrugá. Yo pensaba, y eso que no la han oído en la calle, tras el palio de las Angustias, a las siete de la mañana, subiendo la cuesta del rosario, ya han cambiado de trayecto y no la suben, con la trasera izquierda venciéndose por el esfuerzo. El decía que las marchas de semana santa no solo es música, sino que también eran recuerdos y emoción. Y que esta marcha tenía algo que enganchaba al público, y que él no sabía lo que era, aunque la hubiera compuesto. Sigamos viviendo del recuerdo este año.

 

Cuarentena

La lentitud en la caída de la curva de ingresados en hospital y UCIs, porque la de infectados no se puede utilizar en los cálculos hasta que no haya test masivos, nos hace sospechar que las personas no hacen bien las medidas adecuadas de prevención: lavarse las manos con frecuencia, usar mascarilla y guantes, y guardar la distancia de seguridad. Si no se explica. Nos quedamos en casa, y nos movemos poco, eso se ve, se vigila (fuerzas de seguridad y geolocalización del móvil a través del “big data”) y se castiga, así que ese no es el problema. La reciente apertura de industrias y de la construcción no puede influir aún en los datos de estos días, las consecuencias de esta apertura las veremos la segunda semana de Mayo. Los datos de estos días pertenecen a personas que se infectaron cuando el confinamiento era más estricto. Recientemente los chinos, que aún están encontrando unos pocos de casos de contagios no importados, recriminan a los europeos, supongo que a sus descendientes norteamericanos también, que no usamos mascarillas. Japoneses y coreanos, que usan estos dispositivos de forma habitual, no han dicho nada, pero seguro lo piensan. Es posible que los chinos tengan razón, y que de esta pandemia del covid19 resulten cambios en determinados hábitos sociales. Quizás veamos las gradas de un estadio de fútbol o las de un teatro repletas de espectadores con mascarillas. Así mismo los colegios, y el comercio en general. Tampoco sería raro en manifestaciones, mítines políticos y actos o procesiones religiosas. No veo los restaurantes, ni los bares por razones obvias, hay que tener la boca libre de impedimentos, y tampoco veo las playas y piscinas por razones estéticas. Y sin embargo la hostelería y el turismo es una muy importante parte de nuestra economía. Habrá que llegar a soluciones imaginativas.

 

Desconfinamiento escalonado

Mi vecino el pavo real, no se trata de un individuo engreído y soberbio sino del bello animal, ha entrado en celo este año. A pesar de que tiene asegurado el grupo de pavas, pues el único macho del conjunto, y viven en una especie de parque amurado. Grita como si nos avisara a todos los que le oímos de que ni acercarnos. No se si chilla tan fuerte porque es su naturaleza animal en este tramo de su ciclo anual, o si quiere llamarnos la atención de que tiene harén asegurado, y que ahí nos lo deja. Lo que me irrita sobremanera es que lo haga también a las cinco de la mañana, y de esa manera desaforada. Un par de horas más tarde con el lubricán del amanecer el resto de pájaros inician sus cantos con suavidad escalonada, anunciando que ya se vislumbra luz por el este.

Este escalonamiento gradual me lleva  la reflexión de cómo volveremos  la normalidad. Desde luego las autoridades no van a permitir aglomeraciones de personas, aunque todas vayan con mascarilla y guantes, sin poder mantener la distancia de seguridad.  Así que seguirán suspendidos “sine die” los bares, terrazas, restaurantes, guarderías, colegios institutos, universidades, espectáculos de toda índole: Cine, teatro, circo, toros, conciertos, mítines, manifestaciones, y reuniones de tipo religioso: procesiones, misas, peregrinaciones, sinagogas, mezquitas, etc. Persiste la prohibición de viajar. El primer escalón permitido será la industria, la construcción y el comercio en general, siempre que pueda asegurarse la distancia de seguridad entre trabajadores y entre usuarios, también abrirán los servicios de atención individualizadas, sanitarias o no: consultas médicas, dentistas, salas de terapia individual o de grupo, de belleza, uñas, gimnasios, yoga, etc. siempre que pueda asegurarse la distancia de seguridad entre trabajadores y entre usuarios, tendrán que tener un aforo calculado para salas de espera y espacios habilitados para la actividad. Especial atención deben tomar aquellos profesionales cuya atención requiera la retirada de mascarilla del usuario, odontólogos y terapias faciales o labiales. En los casos de atención individualizada la protección del profesional ha de ser exhaustiva: supongo que guantes desechables para cada usuario, batas desechables cada dos horas y mascarilla FPP2 para el profesional, y en los casos de atención a usuarios sin mascarilla, habrá que añadir pantalla facial. Los niños y los adultos podremos pasear por parejas, sin agruparnos, y los parques infantiles seguirán cerrados, ante la imposibilidad de controlar la distancia de seguridad entre infantes. Veremos.

 

Desescalada

Ya hemos iniciado el desconfinamiento gradual, que ha tornado en llamarse desescalada. Pienso que paca inducir con el nombre que será despacio, paso a paso. Lo han empezado los padres con los niños, y en la mayoría de los casos con gran responsabilidad por parte de padres y de niños. Lo que me preocupa no es el grado de responsabilidad de la población, sino el grado de imbecilidad de algunos políticos para tener protagonismo. Escuche a un experto canario decir que deberían salir un día los que vivan en casas con número par, y otro día los de números impares. El de andalucía, otro experto, ya ha dicho varias veces que los mayores por la mañana y los niños por la tarde. Escuché a un padre entrevistado el domingo decir, que como el parque estaba con bastante gente, se fue con la niña por otro lado. Monumento a la racionalidad ¿Porqué algunos expertos sospechan que vamos a salir como los toros en Pamplona? En la calle, igual que en el supermercado, farmacia, o estanco, cada uno de nosotros debe llevar la mascarilla, el hidrogel y separarse dos metros de la persona adyacente. Sin más limitaciones, ni reglas absurdas. Salga usted cuando le venga bien, coja la dirección que le apetezca, siempre que sea posible ,mantener la distancia aconsejada, y limpie las manos de los niños cada poco, será difícil que no toquen lo que no deben. Limpie también sus guantes con frecuencia, porque es extraordinariamente difícil no tocarse la cara con la mascarilla puesta. Salga usted al campo, al huerto, a la montaña, a la playa… andando, corriendo, en bicicleta o patinete, siempre que mantenga la distancia de seguridad y póngase la mascarilla si alguien se  acerca.

 

Asimetría, territorio y franjas horarias

Ya parió la montaña, la desescalada va a ser asimétrica y en cuatro fases, separadas por dos semanas cada una. Me parece acertado la asimetría, porque sufren meno confinamiento los que menos se han contagiado. También me parece prudente el tiempo entre fases porque permite detenerse en alguna  si hubiera un incremento de los contagios, o incluso volver a tras. Lo que no me gusta es el ámbito provincial. No debería ser igual la desescalada en Colmenar de Oreja que en Madrid, en Suria que en Barcelona. En esos pueblos de montaña y de pocos habitantes se podría avanzar más y más rápido. Estoy seguro que la decisión del ámbito provincial no se debe a criterios de movilidad y riesgo de las personas, sino por criterios de facilidad del control policial. No voy a aludir a la conocida dificultad de las divisiones provinciales en algunos municipios, siempre rurales y pequeños. Sino a que el gobierno debía confiar más en la responsabilidad de los ciudadanos y de las administraciones locales. Otros comentaron que se desescalara en el ámbito del área sanitaria, quizás pensando en las UCIs y camas más que en prevenir contagios. Yo conozco bien el área sanitaria sur de Sevilla, y no es lo mismo los riesgos de contagio en Coripe que en Dos Hermanas, ambas pertenecientes a la misma. Hubiera sido más justo para las zonas rurales que la velocidad de desescalada no estuviera condicionada por las capitales de provincias. Aún así salen más favorecidos los de Riaza que los de Suria o de Colmenar de Oreja. Un ámbito comarcal sería más justo para los ciudadanos menos castigados por el coronavirus. Luego está lo de las franjas horarias, como el cierre de los parques y zonas de esparcimiento. Así que yo hoy salgo a hacer ejercicio temprano, luego voy a comprar alimentos y productos de primera necesidad, por la tarde voy a salir con mi nieta, y más tarde a pasear con mi esposa, y ahí lo dejo porque no tengo perro. Es sensato todo este falso artilugio. Las medidas que bastan son:limpieza de manos, distancia social de dos metros, mascarilla y no tocarse la cara. No se necesita más para controlar los contagios. Permitan las autoridades ser responsables y prudentes  a los ciudadanos.

 

Estudio de prevalencia del covid19

Ya se ha publicado la primera fase del estudio de prevalencia en el que tanto énfasis ponía el grupo de espertos para graduar la desescalada. Aunque el informe oficial dice que los científicos se esperaban estos resultados, en entrevistas en la radio algunos epidemiólogos, que no pertenecían al grupo asesor del ministerio de sanidad, esperaban una inmunidad «en cascada». Es decir mayor porcentaje de inmunizados de los que muestra el estudio. Esto quiere decir que el confinamiento parcial del inicio y del final, más las dos semanas en medio de confinamiento severo ha sido seguido por la población con total seriedad y responsabilidad. Solo con esta medida, más las ya conocidas del lavado de manos, mascarilla y distanciamiento social han podido frenar la pandemia. Según este mismo estudio de prevalencia cinco millones de españoles ha estado infectado, por lo que deduzco que más de cuatro millones y medio sin detectar. Este enorme grupo de infectados sanos es el que hay que descubrir para controlar de verdad el contagio. La forma de controlar este grupo es seguir los contactos de los infectados, y hacer test de pcr en este entorno. Hacer test masivos a toda la población es perder el tiempo. Hay provincias con un 1% de infección, el 99% de la población de esa provincia será negativo a todas luces. Habría que hacer los tests al entorno familiar y laboral de los infectados, y la proporción de positivos sería más eficiente. Otro caso es la población de riesgo: sanitarios, fuerzas de seguridad local, regional y estatal, personal de asistencia a mayores, empleados de mercados y supermercados, transportistas, mayoristas de alimentación, limpieza pública, etc. A estos grupos obligados por su profesión a múltiples contactos humanos, aunque sea con todas las precauciones, hay que testarlos periódicamente , pues en el caso de contagio, son claros vectores de propagación. La mala noticia del estudio es que más de cuarenta millones de españoles somos sensibles al dichoso covid19, y hasta que no haya vacuna, estaremos con el engorro de las medidas de prevención.

 

Virus con y sin corona

A vueltas con la nueva normalidad que se aproxima quiero llamar la atención sobre dos asuntos. El primero es de observación. Fijaos la cantidad de gente que se toca la cara, sobre todo la nariz, boca y ojos. Incluso los niños lo hacen muy a menudo. Hasta los bebés se llevan todo a la boca, sobre todo las manos. Incluso Freud distinguió una de sus etapas de la sexualidad en la fase oral de los niños. El segundo asunto es de recuerdo. Antes de esta pandemia acostumbrabamos a dar la mano, abrazar, besar, palmotear a nuestros amigos, familiares, menores, etc. El siguiente paso de la observación es mezclar ambos asuntos, para descubrir con horror el que puedan abrazarte, besarte, dar la mano, palmotearte alguien que se acaba de tocar la boca o restregarse los ojos. No quiero decir sobre hurgarse la nariz para no asquearnos hasta el paroxismo.

No quiero parecer un escrupuloso empedernido, ni un paranoico , ni un neurótico de la limpieza. Esta reflexión surgió cuando mi hija, que es farmacéutica, me dijo ayer, que este año no habían vendido ni un solo antigripal. El confinamiento, la distancia de seguridad, el lavado de manos frecuente, la mascarilla para todos, no solo ha detenido el coronavirus, sino el más prosaico virus no coronado de la gripe. Luego la gripe invernal de todos los año es porque nos besamos palmoteamos, damos la mano… tras manosear nuestras mucosas faciales (bucal, nasal o conjuntival) Quizás algo haya que cambiar en nuestras costumbres sociales. Y controlar esto va a costar muchísimo.

 

La nueva normalidad

Sigo dando vueltas a la manera de evitar ponerme la vacuna de la gripe cada año. Si he de ser sincero no me la he puesto nunca, pero era una buena frase para comunicar que lo del coronavirus es pasajero, pues saldrá una vacuna que cortará sus alas, pero seguir gastando dinero sanitario en la vacuna de la gripe, cuando podemos evitarlo, es nuestro objetivo. La tecla más importante para evitar un contagio es el uso de las manos. Pongamonos en el caso del paciente cero, que después de comerse un murciélago o un armadillo, que ya se merece un contagio por comer esas cosas, si no se toca la cara, ni besa a nadie, no transmite la enfermedad. Si el que toca una barandilla infectada, no se toca las mucosas faciales, no se contagia. Así que controlar las manos se me antoja el gesto más importante para evitar la transmisión de virus. Porque otros métodos tienen nula utilidad. Tomar la temperatura no sirve si es infectado asintomático. Desinfectar los objetos solo vale hasta que uno de los usuarios se toque la cara. La mascarilla no vale si te tocas la cara a través de ella. La pantalla tiene la desventaja de que el acceso a la cara es sin obstáculos. ¿Quiere esto decir que no valen las mascarillas? Si valen, es más serán obligatorias en cines, teatros, espectáculos deportivos y circenses, servicios religiosos, manifestaciones, mítines, transporte público, y en todos aquellos sitios en los que no se pueda mantener el separamiento social. El lavado de manos solo vale hasta que te tocas la cara. Así que se acabaron en hostelería, las paneras comunes, los platos de aceitunas sin palillos, las raciones de gambas sin servicio de apartar al plato individual, en los aperitivos y comidas de pie, las bandejas vendrán con las porciones bien separadas, o en recipientes individuales, para que el usuario no toque accidentalmente la porción adjunta. Los cocineros y camareros con bata, gorro, mascarilla y guantes, para que el usuario no sospeche contacto anómalo alguno. Pasar el plato de queso o jamón… ni en el Rocío. Chuparse los dedos seguirá siendo solo en casa. Sobre el saludo y otros contactos sociales, habrá que evitar dar la mano o abrazar. Esto es incuestionable. sería posible ese medio beso que se simula mejilla contra mejilla con las caras oponiéndose, siempre aguantando la respiración mientras te acercas o expeliendo el aire de forma suave pero larga…Mejor dejamos el beso también. Así que nos tenemos que conformar con sonrisas, caídas leves de cabeza, y volver a las antiguas formas de lenguaje social, ya casi extenguidas en la península, pero muy usadas en América, como: me alegro de conocerlo, es un placer volver a verte, me alegro mucho de que hayas venido, o de volver a oir su voz (al teléfono) Hay un refrán castellano muy premonitorio que decía: Cuidado con lo que haces con las manos, que luego van al pan. Pues eso.

 

Otra vez la nueva normalidad

Publicado en estados unidos por el centro para el control de enfermedades y prevención:  Hay evidencia científica sobre la alta transmisión del coronavirus en espacios cerrados y poco ventilados (oficinas, conferencias, transportes públicos, etc) o cuando alguien estornuda, tose, canta o grita, o cuando la densidad de población es alta (Fiestas, bodas, campos de futbol, plazas de toros, sin límites de aforo) Hay bajo riesgo de transmisión del coronavirus en espacios abiertos y bien ventilados (calles, plazas campos, de futbol, plazas de toros, playas, etc con aforo limitado) o cuando dos personas hablan enmascarados y manteniendo la distancia de seguridad. Hay riesgo medio de tranmisión del coronavirus en espacios cerrados amplios y ventilados (supermercados, comercios, cines, restaurantes, teatros, centros de servicios religiosos, etc) aunque todos lleven mascarillas y respeten el metro y medio de distanciamiento social. En estos lugares se puede pasar a riesgo bajo si limitamos el tiempo de estancia en ellos.

En otro orden de cosas viajaba hoy en el metro, con razonable distancia entre los usuarios y todos enmascarados, menos una viajera musulmana, que tenía el hiyab (pañuelo que cubre pelo y cara) Pensando que la mascarilla ha venido para quedarse durante un año como poco, me vino a la cabeza la intolerancia de algunas instituciones francesas e incluso española, que prohíbía el uso del hiyab en clase e incluso en la calle en aras de la mejor identificación de las personas. Entonces yo decía que un día se prohibiría entrar en clase a algunas monjas, que aún usan su velo. Ahora eso de la facilidad de las identificaciones quedará aparcado durante un tiempo, y las musulmanas podrán usar sus recatos religiosos con menos beligerancia social. Algo bueno tenía que tener la fastidiosa mascarilla.

 

En el año cero del covid19

Acabó Agosto, y vuelvo a tener cerca el ordenador para escribir lo que reflexiono en estos tiempos tan distintos, por trabajosos y complejos. Sabemos más cosas del virus: que el calor no lo debilita, como alguien aventuró hace meses, y que sólo se controla de forma efectiva con el confinamiento. No es que no sirvan las normas de mascarilla, higiene de manos y distancia social, sino que permitidos los desplazamientos, las barras y los saraos, la gente se relaja/desinhibe en esos actos sociales/fiestas, y los contagios vuelan. A parte de los descerebrados que niegan el holocausto judío… perdón ahora este tipo de gente niega la existencia del coronavirus, que infectados sanos o no van por la calle sin mascarilla y con desplante torero. Está además el grupo de adolescentes, que no suele usar mascarillas, no sé si por razones hormonales, rebeldía contra la sociedad, o puro hihilismo.
Descartemos el confinamiento total por el enorme impacto económico que ha tenido. La ruina económica de este país es tal, que empiezo a pensar si Trump y Bolsonaro no tienen razón: que mueran los que tengan que morir, Dios los acoja en su seno como víctimas propiciatorias de este sacrificio (bueno ambos son creyentes) pero que los que queden vivos puedan comer. Muchos historiadores han publicado que tras las grandes mortandades de la peste en los tiempos de Adriano y en la edad media, surgieron grandes avances en el terreno cultural, económico y social. Como un incendio que con el tiempo regenera el bosque.
Descartemos también esta actitud providencialista. Tantos conocimientos y desarrollo tecnológico para dejar morir a la gente no es sensato ni ético. Así que nos queda ir cerrando los riesgos meyores: ocio nocturno, copas tras las doce de la noche, fiestas familiares o no de más de diez personas, y dejar libertad para los riesgos menores: bares, restaurantes, hoteles, viajes, espectáculos. Con las tres patas ya conocidas de la prevención.

 

Las burbujas del covid19

No señor, no es navidad. Sin embargo el tema de las burbujas ha sido este verano una dilatada discusión entre los gobiernos del estado y autonómicos y los sindicatos de profesores, AMPAs y otros interlocutores. La posición de los profesionales de la docencia y de las AMPAs es la disminución de la ratio hasta 15 o 20 alumnos por profesor. Los gobiernos dicen que es imposible, no hay dinero para pagar tantos contratos, ni espacios docentes para asumirlos. Algunos ayuntamientos como Barcelona y Sevila han despejado el segundo impedimento proporcionando espacios suficientes, pero muy dispersos en la ciudad, y sin poder dotarlos de docentes.
Los gobiernos contratacan con el concepto de burbuja y la triada famosa de prevención, higiene de manos, mascarilla y distancia suficiente. En algunas aulas infntiles es posible mantener un espacio adecuado y la higiene manual, aunque sin mascarillas. En otras aulas es imposible alejar más a los alumnos. ¿Y qué es la burbuja? Pues la burbuja es considerar como convivientes a los alumnos de una clase. Es decir aquellos que tienen que convivir durante un tiempo en un espacio cerrado. Interesante consideración, pero que falla por imposibilidad de mantenerla aisladamente. Los americanos han publicado que los contactos menores de quince minutos con una persona en espacios cerrados ambos con mascarillas son de bajo riesgo de contagio. Por eso son de bajo riesgo las compras de cualquier tipo, y las asistencias a oficinas, como usuario, no como trabajador.
Ahora consideremos un chaval de 7 años. Tiene una burbuja en su propia familia, pero cada familiar hermanos o padres tienen su propia burbuja escolar o laboral. Va al cole en el transporte escolar, donde hay otra burbuja múltiple, puesto que no todos son de su clase. Normalmente tarda más de quince minutos el trayecto. Va al comedor escolar, ahí si puede compartir la burbuja de la clase, si el espacio y el escalonamiento es posible. Por último tiene una actividad extra escolar, lo que supone más burbujas múltiples con otros colegas de actividad (judo, ingles, futbol…) Demasiadas burbujas interrelacionadas.
Resumiendo que es gerundio. Las burbujas no sirven para evitar los contagios, sino para controlar más fácilmente los seguimientos de los contagios. No hay manera humana de evitar absolutamente los contagios en los colegios, puesto que hay positivos sanos contagiadores. Sí hay manera de minimizarlos, controlando y testando con rapidez los contactos de los positivos, y confinandolos. Los confinamientos deben ser para los positivos y sus contactos. Esa es la tarea.