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Arcos de la Frontera

Estuvimos un fin de semana de Febrero en Arcos de la Frontera con los amigos. Arcos está situado en lo más alto de un risco, con paredes cortadas a pico en ambos lados, labradas por el rio Guadalete, que le da una vuelta completa por ambos lados, en un meandro imposible. Es población muy antigua de la provincia de Cádiz. Aunque su nombre proceda de los romanos, puede que hubiera asentamientos anteriores a dicha época. Está considerada como cabecera de la comarca de los pueblos blancos de la provincia. Desde los miradores de Arcos se contemplan grandes extensiones de tierras, los meandros del Guadalete, tres lagos, y la sierra de Grazalema como muralla que cierra el horizonte.

Comenzamos el fin de semana con una visita guiada por José Manuel, de la oficina de turismo del ayuntamiento. Nos llevó a visitar la parte más antigua de la población, por estrechos callejones, amplias plazas y ensoñadores miradores. A pesar de tener castillo y dos viejas iglesias (Santa María y San Pedro) no pudo enseñarnos nada de ellas, porque estaban cerradas al público. Este es un defecto de dicho ayuntamiento: No aprovechar el potencial turístico de sus monumentos. Defecto que comentamos entre nosotros, con el guía, y con el dueño del hotel en el que nos alojamos.

El lugar más elevado es la plaza del cabildo. Flanqueado por el castillo, Santa María, el Parador de Turismo y el mirador. Solo son accesibles los dos últimos. Una pena. El domingo pudimos entrar en Santa María, aprovechando que estaba abierta para la misa, molestando a los asistentes, y no pudiendo verla al detalle. Es una gran iglesia con tres naves, coro, órgano y bien labrado altar mayor, que merecía detenida visita. Estaba destinada a tener más altura, pero entre la falta de dinero y el terremoto de Lisboa, del siglo XVII, la dejó como se aprecia en la actualidad.

Arcos, en su parte vieja, conserva conventos y casas de buena factura. Nos alojamos en un hotelito nuevo, decorado con gusto, aún por acabar el proyecto definitivo, y con personal y dueño muy jóvenes, voluntariosos y agradables. La Posada de las Cuevas se llama, y tanto el trato, su localización céntrica, como el precio, lo hacen muy de considerar.

El domingo, tras acabar la visita a Santa María, y despedirnos en el hotel, enfilamos a Bornos, pueblo cercano, junto al pantano de su mismo nombre, donde paseamos y comimos antes de despedir el fin de semana. Allí se celebraba “la morcillá” acto carnavalero que congregó a muchos vecinos de la zona. En Bornos, junto al ayuntamiento, la oficina de turismo está situada en un palacio del siglo XV, que pertenecía a los Ribera (los mismos de “La casa de Pilatos” de Sevilla) con un patio porticado renacentista, y jardines inspirados en los Borguese de Roma. La torre del homenaje del palacio era de la época musulmana. En los jardines había una galería porticada renacentista (Logia) que según decían los carteles es la única de Andalucía con triglifos y metopas de la arquitectura clásica griega. A pesar del lluvioso, ventoso y frío fin de semana, fue una visita muy entrañable.